Biografía

Hablar de Alfre do Gutiérrez es hablar de una figura que ya es una leyenda vallenata viviente y que con el tiempo será tan inmortal como el mismo Francisco el Hombre. Nacido el 17 de abril de 1943 en Paloquemao, Sabanas de Beltrán, Sucre -por lo que se considera un sabanero con espíritu vallenato - es uno de los primeros cultores que han llevado este ritmo fuera del país, logrando su internacionalización.

El Prodigio

Alfredo aprendió a tocar el acordeón casi por instinto, porque su padre era un experto en la materia. Recuerda que su primer sueldo por interpretar canciones como La múcura y La piña madura fue un caramelo que le dieron unos tíos maternos cuando sólo tenía 6 años. Entonces comenzó a dar conciertos vallenatos en calles y tiendas de su región acompañado por su padre. Por eso lo bautizaron El niño prodigio. «Como vivíamos en un sitio intermedio entre Sincelejo y Magangué donde los conductores paraban a comer, ellos me llevaban gratis a los pueblos. Así empecé a vivir de la música y a ser el orgullo del pueblo, hasta que en una gira que hicimos por Bucaramanga el músico José Rodríguez me propuso ingresar a una agrupación de niños que cantaban vallenato. Fuimos el Menudo de los 50 y con ellos visité varios países»..Así, a los 7 años, el pelao de ojos chinos, integró el conjunto Los Pequeños Vallenatos, al lado de Arnulfo Briceño y Ernesto Hernández, con quienes recorrió los cinco países bolivarianos.

Alfredo permaneció allí hasta los 13 años, cuando buscó horizontes corno solista. «Fue en esa época en la que estuve en Bogotá y canté en los troles (los famosos buses con cable). Vivía en las residencias de la Universidad Nacional con un amigo que estudiaba medicina y amenizaba los almuerzos universitarios».

LA SENDA DEL ÉXITO

Después de esta primera etapa vino la muerte de su padre y el joven Alfredo se enfrentó al mundo sin su compañía. Fue cuando apareció la mano amiga de Calixto Ochoa, quien lo llevó a Discos Fuentes, donde grabó sus primeras canciones a los 16 años.

En forma paralela, Alfredo acompañó con su acordeón al mismo Calixto y a César Castro. Esta experiencia le sirvió para ingresar en 1960 a los Corraleros del Majagual, donde mostró su talento como compositor. El grupo grabó canciones de su inspiración como El porro Majagual, El jilguerito cantao, La paloma guarumera, Corazón abandonado y Amor viejo. En esta etapa realizó giras por Panamá, Estados Unidos, Venezuela y México, entre otros: En 1965, Alfredo salió temporalmente de la agrupación y recibió propuestas para integrar su propio conjunto, oportunidad que aprovechó para grabar con Sonolux su éxito La banda borracha.

En 1968 conformó el grupo Los Caporales del Magdalena, que tuvo éxitos como Fiesta en corraleja, Ojos indios y Corazón de acero. En 1974 regresó a Fuentes y grabó su primer LD, Dina Luz. En el 75 regresó a Los Corraleros y grabó La Cañaña. Con ellos permaneció hasta 1978, cuando se retiró para seguir trabajando de manera independiente.

En total, Alfredo grabó cuatro discos por año en los 60, tres en los 70 y dos en los 80. Es por eso que dice con orgullo: «En la historia nacional nadie ha vendido más discos que yo». Internacionalmente sus melodías se convirtieron en verdaderos éxitos que otros cantantes quieren interpretar, como La banda borracha, Dos mujeres y La fiesta en Corra lejas, esta última grabada por Frank Pourcel.

ODIADO Y AMADO

Lo importante de Alfredo Gutiérrez ha sido su osadía e intuición musical para arriesgar y ganar con innovaciones. Fue el primero en subir a la tarima con un conjunto musical uniformado y el primero en atreverse a tocar el sagrado acordeón con los pies. Por eso ha sido llama o el rebelde del acordeón y el corruptor del vallenato, títulos de los que Alfredo comenta inmutable: «Lo que hice fue convertir el vallenato, que tenía un carácter noticioso, en algo romántico; por eso acepto cuando me dicen que soy el culpable de muchos noviazgos y matrimonios». Víctor Gutiérrez, su arreglista y amigo desde niño, lo define como el pionero de la revolución del vallenato. «Es el puente de unión entre la música bailable y la vallenata».

Alfredo Gutiérrez es el único músico que ha sido tres veces Rey vallenato. Además, ha recibido múltiples discos de oro y de platino por sus ventas y es reconocido en países como México, Venezuela, Ecuador y Alemania, país donde fue condecorado en 1989 por la casa Honner como el mejor acordeonista del mundo. En total, ha vendido más de tres millones de copias y con su acordeón ha recorrrido gran parte del mundo.

Es un hombre sencillo, al que no le gusta la comida fina porque le sabe a hipocresía; que respeta su auditorio, razón por la cual nunca se toma un trago en una presentación.

Para este rebelde con causa, sólo cinco hombres han revolucionado el vallenato en Colombia: «El compositor Rafael Escalona, porque llevó el ritmo a los salones de diplomáticos; Guillermo Buitrago, por ser el primero en grabar un vallenato; Anibal Velásquez, porque lo combinó con diferentes sones caribeños; Carlos Vives, por que Dios puso a cantar a un fracasado del rock y la balada para redimir el vallenato y dar una bofetada a los anticolombianistas, es lo mejor que pudo pasarle este el rit mo» El quinto es logicamente él porque lo supo volver romántico

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